Médico General de Zona una vez, Médico General de
Zona siempre.
60
años al servicio del país
Un 22 de julio de 1955, el
entonces Servicio Nacional de Salud estableció una estrategia sanitaria de expansión
de la atención médica hacia los sectores rurales
y de difícil acceso en nuestro país. Nacen de esta
forma los Médicos Generales de Zona en etapa de destinación
y formación (EDF). A 60 años del origen de este importante programa que permitió proveer
médicos y asegurar atención de salud en zonas alejadas,
quisimos conocer la experiencia de algunos de nuestros colegiados,
reviviendo la mística de aquella popular frase, “Médico
General de Zona una vez, Médico General de Zona siempre”. Llegamos hasta la consulta del Dr. Claudio
Arias Araneda, reconocido pediatra regional, quien nos contó algunas
de sus experiencias como General de Zona. El doctor Arias, cursó sus estudios de medicina en la Universidad
de La Frontera y luego realizó su destinación el
hospital de Collipulli – según nos cuenta- él
quería quedar en la región y pese a los pocos cupos,
se dio la oportunidad de hacerlo. A Malleco llegó el año
91 junto a un grupo de colegas, todos amigos, todos de Temuco,
todos solteros, lo que hizo que la estadía fuera “bastante
interesante” relata entre risas. Recuerda que en los años de su destinación no había
doble vía en la Ruta 5, por lo que la accidentabilidad era
mucho mayor a la actual, las colisiones frontales eran pan de cada
día, y Collipulli por estar a orillas de carretera solía
recibir a los derivados de accidentes de tránsito para prestar
la primera atención. En algunos casos se podía resolver
en el hospital, muchas veces había que derivar, debido a
la complejidad, a Temuco y muchas otras, les tocaba realizar, generando
en un comienzo mucho stress, las autopsias médico legales. Debido a este escenario se creó en la época la Unidad
de Rescate del Cuerpo de Bomberos de Collipulli y un proyecto de
mejoramiento de la Morgue local, proyectos en los que participó activamente.
Sin duda la experiencia de general
de zona marcó la vida
del Dr. Arias. Especiales resultaban sus rondas a sectores cordilleranos
de Collipulli, llegaban a postas rurales en muy malas condiciones,
había malos accesos y las rondas eran maratónicas,
sin embargo también tenían muchas satisfacciones,
principalmente en lo personal, recuerda que personas esperaban
hasta que finalizaban las atenciones, sólo para agradecer
la atención prestada el mes anterior o por haber “mejorado” a
algún familiar, personas humildes y muy agradecidas que
llegaban con presentes, hortalizas, gallinitas, un gesto importante
viniendo de quien menos tenía.
Ser parte de una comunidad, integrarse
a ella, participar de sus actividades, conocer a su gente, hacer
grandes
amigos y generar
vínculos sin duda gratifica. El Dr. Arias además
fue director del mismo hospital durante 3 años, de esta
etapa recuerda con especial cariño las celebraciones del “Día
del Hospital” que en aquellos años se celebraba con
gran entusiasmo, era la Banda de Carabineros quien a primera hora
llegaba hasta el centro asistencial a interpretar los respectivos
himnos y entregar su saludo a todos los funcionarios. Lo mismo
con las demás fuerzas vivas de la comuna, bomberos, juntas
de vecinos, municipio, todos llegaban a celebrar esta fiesta y
el nexo que se generaba con todos ellos era realmente enriquecedor.
Otro
reconocido médico regional que accedió a contarnos
su experiencia fue el Dr. Pedro Venegas Moraga, urólogo
de especialidad, recuerda con nostalgia su destinación en
Chiloé. Realizó sus estudios de medicina en la Universidad
Austral de Valdivia, y luego escogió un lugar que tuviese
dos cupos para irse a trabajar junto su gran “yunta”,
amigo y compañero de Universidad, que a la hora de escoger
destinación decidió cambiar de planes y quedarse
en Valdivia. Él por su parte volvería a elegir la isla, es algo
de lo que no se arrepiente “lo haría mil veces” dice,
y cómo no, si en ese lugar no sólo creció profesionalmente,
también conoció a quien lo ha acompañado los últimos
36 años. Además del nacimiento de su primera hija
en el mismo hospital que se desempeñaba diariamente. “Los
mejores recuerdos de la vida los tengo en la isla” señala. Nos cuenta que en la época, médicos, enfermeras,
matronas y un tecnólogo vivían en comunidad a un
costado del hospital, era uno de los beneficios del Servicio de
Salud para los profesionales que llegaban solos y sin familia a
trabajar al centro hospitalario. Ahí conoció a su
Mónica, con quien compartió la pasión por
el servicio público y el amor por el trabajo. No perdió el
tiempo, a seis meses de conocerla se comprometió y casó. El Dr. Venegas de espíritu intenso y aventurero se acomodó bastante
bien al clima de la isla, le gustaba realizar las maratónicas
e intensas rondas, las que realizaba 3 de las 4 semanas del mes;
rondas de mar que se hacían con bastante sacrificio, aunque
con mucho gusto, gatillaron un sentimiento especial por la zona
y su gente. De las anécdotas vividas en la isla nos cuenta que en ocasiones
le tocaba “hacer dedo” en el mar. Nos explica que cuando
había algún paciente en malas condiciones, que requería
atención y que no podía ser trasladado a Quellón, él
tomaba una lancha pesquera, se iba con los mariscadores para atender
al paciente, realizaba la visita y luego tomaba un bote e iba hasta
el lugar donde pasaban las lanchas y “hacía dedo” hasta
que una lo llevara de regreso a Quellón. Solía volver
comiendo mariscos o erizos, “el paraíso” señala. Él
sabía a qué hora salía, pero nunca a qué hora
podría volver, aunque nunca quedó botado.
En
el mar, donde también se generan accidentes, le tocó atender
en dos ocasiones a buzos con “Mal de Presión” accidente
de inmersión que al salir muy rápido a la superficie
provoca una intoxicación por nitrógeno en la sangre
y al no contar con cámaras hiperbáricas en la zona,
debían buscar soluciones alternativas y lo que hacían
era a buscar un lugar que se aproximara en profundidad al lugar
del accidente y reinsertar al buzo, lo hacían entre varias
personas, para turnarse en las bajadas y acompañar y asistir
al accidentado.
El Dr. Venegas pasó a ser
parte de la Isla, se asentó en ella, fue director de Hospital,
se casó, fue padre, amigo y bombero. Tiene junto a su
familia los mejores recuerdos de esa época mística,
donde debía subir a un cerro para poder ver un partido
de futbol del mundial del 80 y donde recuerda nunca haber pagado
por mariscos. De
aquella época queda la buena costumbre de preocuparse
de manera especial por el traslado sus pacientes, preguntarles
por ejemplo si tiene como llegar al control al cual lo está citando,
si tiene locomoción. Algo que si bien tiene que ver
con la calidad humana, él insiste que tiene que ver
con su experiencia como General de Zona. La lancha no siempre
llegaba a Quellón y hoy en día no todos tienen
como llegar al hospital a las 8 de la mañana, aunque
hayan pasado 36 años. Dos conocidos y destacados miembros
del Colegio Médico, Consejo Regional Temuco que compartieron
sus vivencias y sus recuerdos como Médicos Generales
de Zona en lugares tan distintos como Collipulli y Quellón
pero donde atesoraron historias que marcaron para siempre sus
vidas. Dos historias de médicos regionales que cumplieron
con este importante ciclo profesional al servicio del país.
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